RIBES GEGUNDEZ, FRANCESC
La conexión del vino con el paisaje y la historia es el hilo conductor de este libro. Muchos de los parajes vinícolas que se visitan han perdurado desde la Edad Media, y aunque el vino que en ellos se produce hoy día poco tiene que ver con el de aquellos tiempos remotos, sí mantienen su poder evocador. Al fin y al cabo, el deseo de todo enólogo es que su vino refleje el carácter de una tierra: un clima, un suelo, un pasado y unas variedades determinadas. España no cuenta con ningún paisaje vitícola inscrito como Patrimonio de la Humanidad -a diferencia de nuestros vecinos: Italia, Francia y Portugal-, pero hay varios candidatos, como Priorat y La Rioja.Aun así, si hablamos de diversidad, tanto de variedades como de territorios y climas, nuestro país posee una riqueza sin parangón. Porque en nada se parecen los viñedos de La Geria a los bancales de la Ribeira Sacra, o las albarizas del Marco de Jerez a las parcelas de la Serranía de Ronda; o los infinitos viñedos manchegos a los del Priorat; incluso los de Rioja Alta, Rioja Oriental y Rioja Alavesa, situados a lo largo de un centenar de kilómetros, tienen sus